Para nosotros, Nacho reunía las características esenciales de un médico cuyos objetivos eran la dedicación y el espíritu de entrega con que resolvía el problema de cada paciente. Reunía en el acto médico, eficacia y contención, facetas difíciles de lograr en estos tiempos de medianía de nuestra medicina en general y de nuestros sistemas médicos en particular.
Había recibido una formación como especialista de nivel universitario; y su larga y penosa enfermedad no le impidió superar los malos momentos de su salud para estudiar, actualizarse y sobreponerse a cada inconveniente con su sonrisa permanente, su equilibrio emocional y su resignación ejemplar. Quiero expresar que fue ejemplar como médico y como paciente. No recordamos en él gestos de crispación o de enojo. Por el contrario, practivaba con asombrosa naturalidad el don de la solidaridad y de la amistad, con sus colegas, con sus secretarias y técnicos, y fundamentalmente con sus pacientes.
Finalmente, era esposo y padre ejemplar. Supo tener y formar una familia a la que amaba. Su esposa Raquel, y sus hijos Sol y Nachito, a los que vimos crecer hasta su madura adultez actual, lo acompañaron en cada momento de su vida profesional, y lo apuntalaron muy especialmente en los difíciles momentos que le creó su enfermedad.
Querido Nacho: te seguimos sintiendo con nosotros. Nuestro eterno abrazo, hasta que Dios diga cuando nos volveremos a encontrar. Prof. Dr. Victor H Croce. Director".
