- Escena "hay una fiesta en la casa de enfrente con equipo de música de DJ, 50 personas en la puerta de mi casa, autos tocando la bocina y haciendo picaditas en la calle de tierra del "country" super campestre que se supone que es un lugar tranquilo!!!". Queja triple a la guardia en un periodo de cuatro horas. Visualización de los hechos desde las ventanas de la cocina porque no podía dormirme. Salida a hablarle a quinceañeros (o veinteañeros?) pidiendo un poquito de respeto a una familia que hacía una semana que había perdido a su padre. Simplemente patética. ¿Resultado?: Ninguno bueno, por supuesto. Dos huevos al día siguiente estampados contra la fachada de casa y es la segunda vez que ocurre ante una queja de mi familia sobre un problema con la familia de enfrente.
- La segunda fue un momento "check-in" en el aeropuerto de Córdoba. Valija/maleta de mano de 11 kilos (10 te permiten en vuelo internacional que sumado a uno de cabotaje es el que suele primar). Quien me atiende me dice que no es posible, su supervisor también. En fin, pelea sin resultado y me tuve que ir con la cola entre las patas porque no quería quejarme demasiado, ya que por otra parte iba mi bolso con ordenador, osea, cartera con laptop en mano que pesaba otra tonelada. Papelón: familia amiga de mis viejos al lado presenciando y comprendiendo por supuesto.
Volviendo a Florencia Bonelli, creció en tiempos lejanos a la vuelta de mi casa, en Barrio Jardín Espinosa (anexo?), ese triángulo descolgado de la ciudad donde los peques teníamos nuestro refugio de moreras, terrenos interminables que se fueron poblando pero funcionaron como pistas de bicicletas, el Jockey Club de vecino, calles donde patinar o andar en bicicleta sin tanto tráfico, jardines exhuberantes, la casa de la loma que marcaba los límites autorizados por los padres y Jacarandáes preciosos que adornaban por doquier. Su mamá supo darnos a mi hermano y a mí algunas clases de inglés.
Ya van dos veces que sus libros me acompañan en la vuelta a Madrid. La primera vez con Indias Blancas y me hice traer la segunda parte luego con un amigo. Esta vez con El Cuarto Arcano. Cuando vuelva en Diciembre me tocará comprar la segunda parte que espero ansiosa. Le prometí al puestero de la puerta 9 que volvería.
Lo admito: soy una romántica empedernida y sus novelas ambientadas en una Argentina naciente donde se mezclan "indios"/aborígenes, mulatos, negros, zambos, cautivas, etc. me atrapa, me fascina, me encanta. Me gusta la manera en que me utiliza palabras precisas y algunas muy castizas! Me sorprende, me hace acordar de temas estudiados que construyen la identidad nacional, me divierte también. Gracias Flor por la compañía en el retorno de una casa a mi otra casa. Gracias por responder aquel mail cuando te escribí.
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